“A noventa y cinco
años de su muerte, aquel grito. Aquel reclamo y exigencia ante un gobierno
insensible y cruel, sigue retumbando: ¡Tierra y Libertad!.
Emiliano Zapata más
allá de plasmar en dicha frase el justo reclamo social del campesino mexicano,
también sintetizó en ambos términos el origen y destino del hombre. Sin
libertad económica, la democracia es solo una ficción demagógica.
Supo perfectamente “El
Atila del Sur” , que mientras el campesino no sea dueño de la tierra, será
eternamente un esclavo y, en consecuencia, sin libertad.
Zapata, no en balde
aglutinó a su alrededor a maestros como Gildardo Magaña y Antonio Díaz Soto y
Gama, entre otros, porque al igual que él fueron sembradores para despejar la
ignorancia entre los más olvidados en la escala social, como han sido siempre
los campesinos, a quienes les debemos el sustento diario de nuestro famélico
pueblo.
Lección digna de ser
rescatada y, más en los tiempos actuales fue su reflexión: “podré perdonar a
los rateros, aún a los asesinos, pero no a los traidores”.
A los 39 años Zapata
fue asesinado por razones políticas, a los 39 Sandino fue ejecutado a causa de
la violencia política, a los 39 el “Che” Guevara también lo fue por las mismas
razones.
Hay que reflexionar
del porque de estas coincidencias. Pareciera pertenecer al género de la
cotidianidad de la nada, pero ciertamente a los 39 años se es todavía joven, y
el destino de los héroes es morir jóvenes, como así lo creían los griegos.
Es el momento en que
se traspasa “la línea de la sombra” de la que habla Joseph Conrad; es el último
año de nuestra juventud, la pérdida de la inocencia, la generosidad y el
sentido de la entrega.
A partir de esto,
todo es repetición y cautela, ya muy pocas cosas entonces nos vuelven a suceder
en la vida.
“Las mismas balas que le dieron muerte al hombre, al mismo tiempo le
dieron vida al símbolo”.
¡Viva
la lucha campesina!
¡Viva
Zapata!
Profa.
Petra Santos Ortíz
No hay comentarios:
Publicar un comentario