Iliana
Rodríguez
Somos
una izquierda que construye soluciones. La izquierda mexicana no debe detener
su viaje a la mitad del río; hace ya varias décadas que decidimos avanzar por
la vía de la democracia y debemos por esa vía llegar a la otra orilla.
Somos
una izquierda que piensa que la democracia no debe de ser solamente una
estrategia política, sino además una forma de vida: es un contenido, es un
principio; la democracia debe ser intrínseca a una izquierda libertaria. No
sólo la exigimos, la enarbolamos, la empuñamos, la escribimos. Necesitamos una
izquierda influyente en el acontecer nacional, con vocación de poder. La
definición precisa y sin ambages de que la izquierda accederá al poder por la
vía democrática no debiera entenderse como claudicación. Supone ganar elecciones,
acercarse a otros grupos, proponer, negociar, ceder. La vía institucional es la
única posible, pero sobre todo, es la mejor, es la que involucra más, a las y
los ciudadanos que quieren el cambio, es la que logra la mayor movilización
social.
Tenemos
la convicción de que el cambio por el que luchamos no vendrá del colapso
económico y político de la nación. No deseamos ni esperamos la ruina del país
para entonces asumirnos como alternativa. Nuestra opción es ofrecer la
alternativa de reiniciar el proceso de transición e impulsar una profunda
reforma del Estado.
Rechazamos
tajantemente aquella idea acerca de que la violencia, en cualquiera de sus
formas, puede ser una vía para el cambio. No compartimos la visión de que la
confrontación es la única forma de hacer política. Lo anterior no debe
interpretarse como la negación a la movilización popular, al rechazo a la
manifestación libre de las ideas ni a la protesta firme ante las injusticias y
abusos del poder.
Somos
una izquierda consecuente en sus principios, propositiva y contemporánea, una
izquierda que no confunde derrota con congruencia. Una izquierda que comprende
que la racionalidad puede resultarle dolorosa, pero que nunca le será adversa.
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