Hannah
Arendt en su ensayo: Visita en Alemania. Las consecuencias del régimen nazi,
escribe que “comprobó una curiosa indiferencia en la población de ese país”.
Europa
estaba cubierta por una sombra de profundo dolor causada por los campos de
concentración y de exterminio alemanes. Pero en ningún otro sitio se silenciaba
tanto esta pesadilla de destrucción y espanto como en Alemania.
“La
indiferencia con la que los alemanes se mueven por entre las ruinas tiene su
correspondencia en que nadie llora a los muertos”.
La
huida de la responsabilidad y la búsqueda de culpas en las potencias de
ocupación están muy extendidas. “El alemán medio busca las causas de la última
guerra no en las acciones del régimen nazi, sino en las circunstancias que
condujeron a la expulsión de Adán y Eva del Paraíso”.
Opiniones
tan contundentes como ésta ocasionaron, más que críticas, ataques a la célebre
autora de Los orígenes del totalitarismo, por señalar que los crímenes de lesa
humanidad que llevó a cabo el régimen nazi pudieron ser posibles, entre otras
causas, por la indiferencia con que los observaban amplios sectores de la
población alemana.
Cito
a Arendt porque ante eventos tan abominables como los de Iguala hay en algunas
personas, lo mismo entre ciertos analistas y especialmente entre algunos
políticos canallas, el comportamiento de reaccionar con instinto animal,
irracional, bárbaro, de “ver colgando del palo mayor” a los que creen que son
los culpables, antes que —como dice la propia Arendt— de “llorar a los
muertos”.
Este
comportamiento atroz, es también una forma de aquella indiferencia que, en las
ruinas que dejaba la guerra y el nazismo, sorprendía a la gran escritora
alemana.
Las
campanas están doblando por las personas asesinadas en Iguala pero sobre todo,
están doblando por el país entero. La tragedia sucedida ahora en Iguala enluta
a todo el país, pero pareciera que no nos hemos dado cuenta que nuestra patria
desde hace lustros, cotidianamente viste de luto, tal y como lo escribió
Federico García Lorca:
“De
negro va la señora siempre vestida de negro y no es por su marido que hace rato
que se ha muerto. Lleva luto por la patria que ella ha ido pariendo,
destruyendo con su ira lo que otros erigieron.”
¡DE NEGRO, EL MÉXICO VESTIDO SIEMPRE DE
NEGRO!
Hay
que reafirmar, desde luego, que la ley debe aplicarse y deben ser castigados
los responsables intelectuales y materiales de los asesinatos en Iguala, que
debe sancionarse a los funcionarios públicos del municipio de Iguala y del
estado de Guerrero como a todos aquellos del ámbito local y federal que por
acción u omisión son corresponsables, y ello hacerse al margen de banderías
políticas o partidarias. La justicia debe hacerse presente en este terrible
acontecimiento, pero no debemos perder de vista el evitar caer en la “banalidad
del mal” que localizaba Hannah Arendt; no acostumbrarnos a la trágica
cotidianidad de la violencia y menos aun a la fatalidad o indiferencia ante esa
violencia cotidiana que sangra al país y que degrada al conjunto de la
sociedad.
Lejos
estoy de generalizar para dejar de especificar. Lo de Iguala es espantoso, pero
junto a la obligada justicia ante los asesinatos en este municipio de Guerrero,
el Estado nacional debe encontrar una respuesta a la crisis estructural que
padece en materia de seguridad y que amenaza con desmoronarlo, disolverlo. Es
Iguala, Tlatlaya, San Fernando, Durango, Jalisco, Quintana Roo, Sinaloa,
Michoacán, Sonora, Zacatecas, es todo el país.
La
justicia debe ser específica en Iguala, pero la solución a la violencia generalizada
que desangra al país debe ser de carácter estructural, debe de ser una
respuesta de Estado y encontrarla es responsabilidad de los poderes federales,
estatales, municipales y del conjunto de la sociedad.
http://ortegajesus.blogspot.com/
Twitter: @jesusortegam
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