martes, 24 de marzo de 2015

SONORA: CAMPAÑAS POLÍTICAS SIN PROPUESTA IDEOLÓGICA NI PROGRAMÁTICA


Jesús Susarrey
Es paradójico que en las campañas políticas en Sonora se advierta justamente un trastrocamiento de los valores de la democracia electoral. Nada nuevo desde luego pero su intensidad tiene pocos precedentes.  El voto materializa el principio de que los gobernantes pueden serlo sólo porque una mayoría de los gobernados así lo decide y  las elecciones son el mecanismo que les permite confrontar las opciones de liderazgo político y sus propuestas. El esquema supone la exposición confiable de las problemáticas públicas; un diálogo abierto y plural entre electores y candidatos, y; la información sustantiva de sus perfiles De ese análisis o percepción deviene la aceptación mayoritaria y por ende la legitimidad de los gobiernos que traducida en consenso o conformidad con las políticas públicas, adquiere otra dimensión.

No mucho de eso parece estar presente en el 2015. La sensación es que la ciudadanía no cuenta con los elementos suficientes para informarse adecuadamente y cumplir con el deber colectivo de decidir. Por su parte, entre quienes pretenden gobernar no todos muestran disposición para contribuir a ese propósito. Ya hemos apuntado en colaboraciones anteriores que entre otros despropósitos buscan seducir en lugar de convencer, manipular en vez de proponer y  evitar para no confrontar. Su intención es arrancarle el voto al ciudadano, no proporcionarle información. Es acceder al poder no robustecer el proceso democrático. Con su estrategia incluso trastocan los roles que deberían jugar y confunden conceptos democráticos esenciales.

¿QUÉ HACER DESDE EL PODER Y PARA QUIEN?

Diversos analistas han acertado en señalar la insuficiencia y la debilidad de las propuestas en el discurso de los candidatos a Gobernador.  Pero el desatino es mayor. Las pocas que se han expuesto no están precedidas de la exposición de sus principios ideológicos y acusan un intenso  pragmatismo que poco ayuda a valorar su conveniencia, aún para el llamado “circulo rojo”. Las frases estridentes, el slogan seductor y los mensajes cortos facilitan la publicidad política pero no exponen ni desarrollan ideas. Manipulan conciencias pero no generan deliberación y consensos.

Si las ideologías desde la filosofía son un sistema de ideas y valores sobre el fenómeno social y para la teoría política definen “lo que hay que hacer desde el poder”, “para quien”, el ¿por qué? se privilegia un proyecto, muchas son las explicaciones que deben a los sonorenses. Suponer un gobierno sin ideología es un autoengaño.  En poco ayuda a la decisión ciudadana por ejemplo los 10 ejes que en su denominada propuesta básica presentó el candidato del PAN el empresario Javier Gándara Magaña. Sin análisis crítico del presente, sin sustento ideológico y el método para alcanzarlos no hay referentes para evaluarlos.

En la retórica de los candidatos abundan igualmente las generalidades y frases huecas que intentan conmover, deleitar o persuadir al electorado.  Desde la perspectiva de la inventada sabiduría del marketing político es entendible, pero tergiversan conceptos básicos. Hay quienes se refieren al bienestar de la familia como un interés colectivo y no como interés común, al agua como interés común  y no como interés público. En lugar del diálogo y la deliberación pública de la agenda ciudadana para la decisión colectiva o la propuesta consensada, promueven  la investigación del mercado electoral para darle a sus discursos el contenido que la audiencia quiere escuchar. Poco importa si por razones técnicas o presupuestales la propuesta el viable. El recurso de la inmediatez se traduce en votos.

Más que el voluntarismo que supone que es suficiente la intención política - que la realidad y sus limitaciones no importan – parece tratarse del irresponsable y añejo populismo con fines electorales. A la fecha, no hay un posicionamiento público de los candidatos a Gobernador sobre la tensión que producirá el incremento de la deuda gubernamental de 8 mil a 20 mil millones, ni sobre el impacto de la reducción en las participaciones federales derivado de la caída de los precios del petróleo y los recortes presupuestales, menos sobre los más de 800 mil sonorenses en condición de pobreza oficialmente reconocidos, entre otros desastres documentados.

LAS RESPONSABILIDADES BÁSICAS DE LOS GOBERNANTES: LA LEGAL Y LA POLÍTICA

Los estudios políticos distinguen dos responsabilidades básicas de los gobernantes. La legal que castiga la trasgresión de la ley y la política que prevé consecuencias por decisiones inadecuadas o el desempeño deficiente. El voto de castigo es una de esas consecuencias. Llama por ello la atención las desmesuradas reacciones por la proclama electoral de la candidata priista la Senadora con licencia Claudia Pavlovich y su exigencia de honestidad y eficacia en los poderes públicos. Acertada o no como estrategia electoral, lo cierto es que la probidad es una obligación legal y un reclamo ciudadano. Sin embargo debe denunciarse ante la instancia correspondiente. La eficacia es igualmente un imperativo de toda democracia liberal y presupone resultados aceptables. Argumentar por otro lado que se trata de estrategias para desacreditar al adversario y no responder puntualmente a las imputaciones, no obstante su eficacia estratégica, refleja una incomprensión o tergiversación deliberada de los principios democráticos.

Si la comunicación política en procesos electorales debería abordarse como un recurso de entendimiento entre todos las actores sociales, especialmente los candidatos a puestos de elección, para generar información y el contexto adecuados para que la ciudadanía elija a sus gobernantes, en Sonora todo indica que seguirá prevaleciendo la publicidad política, la opacidad y la manipulación mediática. Los programas políticos sustentados en una estrategia de desarrollo y puestos a consideración de la ciudadanía seguirán ausentes y los debates electorales continuaran centrados en en ataques personales de los contendientes o sin la sustancia que permite extraer información relevante.

Se ha dicho con acierto que la democracia no se agota en el voto y que las elecciones reinician el círculo virtuoso. La necesidad de los candidatos de posicionar su imagen  y seducir  mediante las técnicas del marketing, el voto clientelar y los códigos de comunicación del espectáculo hacen indescifrables para el ciudadano la personalidad, las capacidades y la propuesta de quienes pretenden gobernar. Sin deliberaciones públicas, sin debate ideológico y de  proyectos, parecen conspirar en contra de quienes con su voto los elegirán. De no cambiar la dirección de sus estrategias electorales, el déficit de legitimidad y la insuficiencia de consensos será el lastre que arrastraran algunos de los próximos gobiernos.


(SONORA 21/ Jesús Susarrey/ 24 DE MARZO 2015)

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