El hijo del ex presidente
de México dio a conocer una carta que Lázaro le envió a Jesús Reyes
Heroles, el 30 de marzo de 1968, en la que comenta que "el espíritu
nacionalista de la expropiación de 1938 y de la Reforma Constitucional
de 9 de noviembre de 1940, no se respetaron plenamente".
Estamos a unos días, por no decir a unas horas, de que se anuncie la
propuesta del gobierno de la República sobre las reformas en materia
energética. En los últimos días, desde el lado oficial se han
multiplicado las expresiones que la reforma, que ya pronto se dará a
conocer, se corresponde con los cambios introducidos en la legislación
petrolera a raíz de la expropiación, esto es, en los últimos meses de la
administración de Lázaro Cárdenas en 1940.
El pensamiento y las posiciones de Lázaro Cárdenas en materia
de política petrolera, como en otros temas que tuvo siempre presentes
(la reforma agraria, la libertad de los presos políticos, la defensa de
la soberanía y la autodeterminación, y la paz) no fueron estáticos de
diciembre de 1940, en que concluyó su gobierno, hasta el 19 de octubre
de 1970, día en que falleció. Así, cuando consideraba que debía hacer
manifestación pública sobre alguna cuestión, de acuerdo o en desacuerdo
con la administración en turno, siempre lo hizo, y no recuerdo que en
relación a los cambios en las políticas petroleras que se efectuaron en
los 30 años que vivió como ex presidente, se haya expresado contrario a
cualquiera de ellas.
Quisiera, en relación con estas ideas, transcribir lo esencial del
contenido de una carta que Lázaro Cárdenas dirigiera a Jesús Reyes
Heroles, fechada el 30 de marzo de 1968 ( Epistolario de Lázaro Cárdenas. Siglo XXI Editores. 1974. Páginas 91 a 93), que dice:
“Me considero impulsado a expresar a usted mi solidaridad ante las
explicables, aunque injustificadas críticas que representativos del
sector empresarial han publicado en relación a su importante informe del
18 de los corrientes, y en particular sobre las tesis por usted
sustentadas respecto a los tradicionales inconformes con las crecientes
actividades económicas de los estados republicanos modernos (…)
“A la vez, expreso a usted mi firme simpatía personal por la
conceptuosa y firme defensa que hizo en su informe de las atribuciones
públicas del gobierno revolucionario, en relación a las
responsabilidades del sector privado empresarial.
“La interdependencia de las relaciones sociales explica que es sólo
un espejismo creer en la existencia autónoma de los capitalistas
privados, que no son los únicos inventores de la ciencia y la técnica
contemporáneas. Además, dadas las tendencias acumulativas de los grandes
capitales privados y sus correlaciones con los monopolios
internacionales, está en su origen y esencia acaparar y explotar
riquezas naturales de los territorios ajenos, sobre todo de los recursos
no renovables, agotándolas a la par que la fuerza humana de trabajo,
logrando con ello cuantiosas utilidades.
Más aún, al amparo de
concesiones y privilegios, se forman estatutos de excepción
extraterritorial violatorios de la soberanía. Es del dominio público que
los consorcios petroleros han ejercido incentivos y presiones para
desviar a la industria nacionalizada de sus objetivos iniciales e
intrínsecos, al grado de que su economía ha sufrido la carga de
compensaciones infladas, como las de la compañía El Águila, SA, que a su
exagerada cuantía se agregó la del pago en moneda extranjera.
No es
inoportuno anotar que el espíritu nacionalista de la expropiación de
1938 y de la Reforma Constitucional de 9 de noviembre de 1940, no se
respetaron plenamente: los contratos de exploración y
explotación permitidos por la Ley Reglamentaria de 1941, se concedieron
con participación en la producción del petróleo a empresas nacionales y
extranjeras (afortunadamente ya se cancelaron los 18 contratos).
El institucional reconocimiento de las concesiones confirmatorias
facilitó indemnizaciones indebidamente autorizadas por la Ley
Reglamentaria de 1958, mediante convenios privados sobre compensaciones a
superficiarios, con la agravante circunstancia de que en las
indemnizaciones se llegó a valorizar la potencialidad del subsuelo
petrolífero, reivindicado por México desde la vigencia del artículo 27
constitucional.
“Muy certeras sus palabras del informe, de que ‘los hombres del
gobierno son servidores y no negociantes. Deben convencerse que las
tareas administrativas y la acción política se dirigen al servicio de la
sociedad’ y de que ‘no dejemos por descuido, apetito o complicidad, que
se transformen en utilidades individuales, que son utilidades de la
nación’.
“Por lo anterior aplaudo tanto al criterio presidencial, que ‘señaló
la conveniencia de sustituir la rentabilidad máxima de cada empresa, por
la noción de la mayor eficacia global de las inversiones con fines
sociales’, como a sus conceptos sobre que ‘la orientación fundamental de
nuestra economía mixta consiste en el desarrollo por y para la
independencia nacional, el bienestar social, las libertades espirituales
y el perfeccionamiento democrático’ y de que se deben ‘de determinar
las grandes directivas acordes con los fines perseguidos y lograr que
los sectores público, social y privado de México actúen de conformidad
con ellas’, dejando el sector privado de despilfarrar sus utilidades,
eludir impuestos, evadir la legislación social, presionar la unidad
laboral con sindicatos blancos y sin operar como mandaderos del capital
extranjero.
“Esta advertencia de usted recoge el sentir general ante la creciente
competencia del capital inversionista extranjero, que está minando
nuestra autonomía económica al obtener máximos beneficios. Es tan
peligrosa esta situación que los extranjeros ya se han apoderado del 60
por ciento de la industria de transformación desplazando a empresarios
mexicanos y ocasionando que el comercio de exportación sufra las
arbitrarias bajas de precios, en cambio de las alzas de los valores de
importación.
Estoy seguro que seguirá usted con integridad doctrinaria y dinámica
infatigable los postulados de la nacionalización de la industria
petrolera mexicana, y que continuará superándola, mediante las reformas
legales y administrativas conducentes, ya que esta industria no es
únicamente factor básico del desarrollo de la industria nacional, sino
de la autonomía económica y política del país (…).
En fin, creo que resulta oportuno reflexionar sobre lo que expresara Lázaro Cárdenas 30 años después de la expropiación.
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