martes, 18 de febrero de 2014

CON EL PACTO POR MÉXICO EL PRD ENFRENTÓ A LOS PODERES FÁCTICOS



El 2013 significó para el PRD un año paradigmático, una vez consumada la alternancia en el Ejecutivo Federal, mediante el retorno al poder del PRI, se vislumbraba un panorama con los peores presagios de restauración autoritaria, sin embargo, los resultados electorales de 2012, reflejaron la pluralidad de la sociedad en un reparto del poder caracterizado por un gobierno dividido.

Comentó el profesor José Guzmán López González, presidente del PRD Guaymas, después de haber participado en la Reunión Nacional de Nueva Izquierda (NI) en la ciudad de México, el pasado fin de semana.

Actualmente ninguna fuerza política cuenta con mayoría absoluta en ambas cámaras del Congreso de la Unión, los partidos más grandes de la oposición, por sí solos, no pueden vetar las reformas constitucionales, y junta toda la oposición al PRI, no puede proponer leyes porque si no cuenta con el apoyo del PVEM y del Panal, la alianza que conforma el PRI-PVEM no tiene la fuerza, ni la pluralidad para imponer su visión al interior de las instituciones y al resto de las fuerzas políticas; aunque no podemos olvidar que el PRI y el PAN en el Congreso pueden aprobar juntos reformas constitucionales.

En este contexto, el PRD, en su papel de principal fuerza política de la izquierda mexicana, debió enfrentarse al reto de buscar y construir soluciones a la problemática nacional; manteniendo su naturaleza crítica, pero asumiéndose como una opción de oposición responsable y constructiva; capaz de materializar el fin último y esencial de la política mediante acuerdos, generar la gobernabilidad democrática, ensanchar las libertades de la gente y crear una sociedad de bienestar.

Ello nos ubicó como el único partido de izquierda, con capacidad de ser puntero en la consolidación de reformas y leyes, en beneficio de la sociedad por medio del Pacto por México.

Durante el 2013, el Pacto por México se convirtió  en el centro de gravedad de la política mexicana, determinando la agenda política nacional y la agenda legislativa; convirtiendo por primera vez a los partidos nacionales, en actores centrales de la política.

El papel del PRD fue trascendente, ya que en todos los capítulos del Pacto por México, se plasmaron varias de sus propuestas programáticas.

Como resultado, el Pacto por México formuló las propuestas de reforma educativa; de telecomunicaciones; de competencia económica; la reforma financiera y bancaria; la reforma hacendaria y de seguridad social universal y por último la reforma político-electoral.

Se debe destacar que este conjunto de reformas, contribuirán a transformar de manera acelerada, la realidad de nuestro país hacia una dirección distinta a la forma en la que se concretaron reformas en sexenios anteriores.

La participación del PRD en el Pacto por México ha significado una ruta azarosa y complicada, está documentado que el Pacto inicia como una propuesta nuestra; planteamos la necesidad de construir un acuerdo de gran calado, en el que expusimos, deberían participar la mayor cantidad de fuerzas políticas nacionales, para lograr transformaciones profundas para el presente y el futuro de nuestro país, no sólo en el ámbito económico, sino también en lo político y social.

Sabíamos que debía ser un acuerdo incluyente, construido a partir de las propuestas de todas las fuerzas políticas nacionales; que privilegiara las coincidencias, sin negar la existencia de las naturales diferencias; que priorizara el espacio del entendimiento y el acuerdo.

Estábamos conscientes de que por su naturaleza, afectaría intereses de los poderes fácticos, y que sólo con la unión de las principales fuerzas políticas nacionales, podrían ser enfrentados, para impedir que siguieran obstruyendo el desarrollo nacional.

Si analizamos objetivamente los resultados del Pacto, podremos ver que en el contenido de las reformas, se expresan varias de las iniciativas de la izquierda; que sus propuestas corresponden a lo plasmado en nuestros documentos programáticos; agendas legislativas y plataformas electorales.

En este sentido, deberíamos hacer un mayor esfuerzo para difundir  sus logros y no dejarnos apabullar por la izquierda radical que los descalifica, sin aportar mayores argumentos, que tacharlos de “reformas estructurales neoliberales”.

Otros actores, internos y externos descalifican la participación del PRD en el Pacto, porque aseguran, se legitima al gobierno federal; pero fallan intencionalmente al no reconocer que el PRD abandonó el Pacto en el momento en que dos de los componentes políticos del mismo, optaron por la ruta de imponer la Reforma Energética, pero sobre todo, evaden señalar que fue el titular del gobierno federal, quien falló y faltó al compromiso hecho, de convertir al Pacto en una herramienta de transformación política del país.

Si bien es cierto, que el Ejecutivo Federal y el PRI, pueden intentar capitalizar los resultados del Pacto, esto sólo lo lograrían si es que transforman estas leyes, en una gestión exitosa, generando políticas públicas en favor de todas y todos los mexicanos.

Mientras tanto, la oposición puede ver realizadas sus propuestas, atendiendo así las exigencias de sus electores, logrando que la sociedad en su conjunto considere a la izquierda, como una opción viable de gobierno para el país.

Los temas que han generado mayor controversia en el seno del Pacto por México, han sido sin duda, las reformas, educativa, hacendaria y la energética.

En el caso de la reforma educativa, se  contó con la aprobación mayoritaria de los legisladores del PRD en el Congreso de la Unión; y en la aprobación de las leyes reglamentarias, se incorporaron prácticamente todas las observaciones que presentó nuestro partido, que fue portavoz de los justos reclamos del magisterio democrático.

En el caso de la reforma hacendaria la negociación se dio entre el PRI y el PRD, donde nuevamente prevaleció la visión de nuestro partido.

Las resistencias de algunos legisladores perredistas, que se han escudado en la “defensa de la soberanía del poder legislativo” para oponerse al Pacto, no tienen verdadero fundamento, pues quien tiene la última palabra, es el Congreso; además de que dichas iniciativas, coinciden con las propuestas programáticas perredistas.

Todos reconocen que los contenidos de la reforma energética, son los que han generado una mayor polarización política; y como contravino nuestra línea programática, el PRD se retiró de la negociación.

Ahora que serán discutidas las leyes reglamentarias, el Partido hará valer sus propuestas de autonomía presupuestaria y de gestión; además de exigir un nuevo régimen fiscal para Pemex así como del fondo petrolero. Pugnaremos por impulsar nuestra propuesta modernizadora de transparencia, combate a la corrupción y de fortalecimiento de los órganos reguladores; así como impulsar la ley reglamentaria que posibilite la realización de la consulta popular en el año 2015, para intentar revocar las modificaciones efectuadas a los Artículos 27 y 28 constitucionales.

Como ya lo comentamos, pese a los avances mencionados, el PRD se vio en la necesidad de abandonar el Pacto por México, ya que los otros integrantes de éste, decidieron ir más allá de lo acordado inicialmente en materia energética (ya que en el seno del Pacto, se acordó impulsar una reforma integral que modernizara el sector, nunca se planteó avalar una reforma liberalizadora, como finalmente se aprobó).

Es indispensable mencionar de nuevo, que durante la vigencia del Pacto, el PRD logró concretar reformas que desde hace años promovía la izquierda, así como matizar y rechazar propuestas regresivas, que impulsaron otras fuerzas políticas.

 Los avances estructurales en materia educativa, de telecomunicaciones, financiera, minera y fiscal, entre otras, acotarán a monopolios y poderes fácticos de manera profunda.

Esta estrategia de negociación, que antepuso nuestras propuestas programáticas, con todas las fuerzas políticas nacionales, se ha convertido en un punto determinante para diferenciar las opciones que tiene la izquierda:

Aquella con capacidad de ofrecer soluciones viables y resultados en la negociación política, o por el contrario, la que recurre a la estrategia de obstaculizar el funcionamiento institucional y oponerse a todo.

Por supuesto, esta actitud constructiva y propositiva ha sido -y sigue siendo- profundamente cuestionada desde el interior del Partido, imponiendo el costo de una abierta y profunda confrontación interna, la cual logró ser dirimida a nuestro favor, durante el XIV Congreso Nacional Extraordinario; lo anterior en el marco de una amplia alianza interna, con equipos coincidentes con nuestra visión política, situación que nos permitió remontar el viejo modelo partidario, que históricamente había servido como pretexto para generar conflictos y confrontación interna.

Y desde luego, hemos sido criticados desde fuera del Partido, por sectores que poseen una visión de izquierda anquilosada y conservadora; aquellos a quienes la continuidad de un país sin mejoras, les reditúa ganancias, en el marco ilusorio de un régimen aparentemente democrático.

La oposición al Pacto por México, por parte de esas fuerzas políticas, se suscitó al verse rebasadas políticamente por el PRD, que logró generar un nuevo tipo de interlocución nacional, de la cual no formaron parte.

En este sentido, el PRD debe alejarse de prácticas que refuercen la percepción mediática y social  que nos califica como un partido rijoso y radical, aislado de los intereses de la sociedad; que no busca soluciones a los grandes problemas nacionales.

Tenemos propuestas en todos los temas. Debemos resolver el dilema que se nos presenta de ser promotores de las reformas que demanda la sociedad y que se encuentran contempladas en su Programa; participando activamente y no condenarnos al aislamiento. Convenzamos a un amplio espectro del electorado, de que la izquierda no sólo es oposición, sino alternativa de gobierno. El electorado decidirá qué izquierda quiere para México en el 2018.

En resumen 2013, se presentó como el año de la construcción de acuerdos y reformas, pero también sirvió para evidenciar que el actual gobierno llegó al límite de su capacidad de transformación y recuperación del país.

Reiteramos que el fin de esta etapa llamada Pacto por México, deriva del incumplimiento de los acuerdos en materia de reformas estratégicas, como la energética y política, como consecuencia de la reconstrucción de la coalición legislativa entre el gobierno federal, el PRI y el PAN, para traer como resultado una nueva etapa, en la que nuestro instituto político deberá atender mayores retos políticos y electorales; sin perder la capacidad constructiva que ha ganado, sin dilapidar el capital político que ha consolidado y sin caer en la tentación de una regresión al oposicionismo contestatario.   

Así, 2014 se presenta como uno de los años más importantes para definir el futuro inmediato del Partido de la Revolución Democrática,  y de manera implícita el de nuestro equipo político; la forma en que afrontemos la  coyuntura actual, será determinante en los resultados de los comicios de 2015; año crucial en el camino a la campaña presidencial de  2018, y momento decisivo para mantenernos como la opción político-electoral con mayor presencia y representación político-social del país. De los resultados electorales de 2015, dependerán  los recursos financieros con los que el Partido deberá trabajar durante los futuros 2016, 2017 y 2018. Pero además, y de mayor trascendencia, se delineará el posicionamiento de la futura oferta política de izquierda en nuestro país.

LA COYUNTURA ACTUAL

El PRI cambió su dirigencia nacional en 2013, y en lo fundamental se muestra unificado entorno al Ejecutivo Federal.

Realizó ajustes en su línea política y programática, para adecuarlos a su papel de partido gobernante; también reconoció que no puede ejercer el poder de manera absoluta, acorde con la pluralidad existente en el país.

Ha realizado un corrimiento al centro izquierda, al reconocer que la fuerza de la izquierda es de gran importancia y necesita retomar parte de su viejo discurso nacionalista y de sus propuestas para ganarnos adeptos.

Este corrimiento significa un abandono temporal, de las tesis que sostuvo su candidato presidencial durante la campaña electoral de 2012.

También tiene problemas para atender los intereses creados por los poderes fácticos y al confrontarse con el poder acumulado por sus gobernadores, al intentar promover algunas de las demandas de la izquierda.

En el PAN, sus problemas internos no son sólo el resultado de la pérdida del poder presidencial, hace tiempo que existe una disputa por la dirección del partido entre dos grupos claramente visibles: los adeptos de Felipe Calderón y los de Gustavo Madero.

Vale señalar que estas diferencias no son de tipo ideológico o político, su disputa es por espacios de poder. La renovación de su dirección será determinante para el futuro del partido y el papel que jugará el PAN en el espacio político e institucional.


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