Por: Prof. Gerardo Castro Ruiz.
Secretario de Proyecciones Salariales.
Del Comité Ejecutivo de la Secc. 28 del SNTE.
Aunque aún no se sabe
cuándo, el profesor Juan Díaz de la Torre vendrá a Sonora. Esto como parte de
una serie de visitas que el Presidente del Consejo General Sindical para el
Fortalecimiento de la Educación Pública y Secretario General Ejecutivo del SNTE
está realizando a las diversas entidades del país.
Aclaro que no estoy de
acuerdo a que a esta ardua actividad que trae ocupado al dirigente nacional del
gremio magisterial se le aplique el término de “Visitas”, porque eso más bien
huele a un saludo frio, hueco y diplomático que se da entre los políticos solo
para tomarse la foto y mandar el mensaje de que se está trabajando, que las
cosas están mejorando, pero que a final de cuentas las cosas siguen igual o
peor. Es más, el término visita hasta se puede interpretar como un simple paseo,
y eso no es precisamente lo que ocupa al actual máximo dirigente de los
trabajadores de la educación.
En la página del Comité Estatal de Acción Política de Sonora, el cual
comanda el profesor Emigdio Issac Coronado Bússani, ex Secretario General de la
Sección 54, y donde colabora mi maestro
José Guadalupe Montaño Villalobos, se lee el objetivo de dichas reuniones: “Juan
Díaz de la Torre continuó en Jalisco sus recorridos por las escuelas del país,
con el propósito de conocer directamente las inquietudes de maestros y
trabajadores de la educación, así como de informarles acerca de las actividades
que la dirigencia sindical realiza para mejorar sus condiciones laborales y la
calidad educativa”.
Este es un gesto muy
valioso que no debe ser coyuntural, sino que todo dirigente debe cultivar de
manera frecuente, ya que de esta forma los trabajadores tienen una información
de primera mano, y a la vez que se da un intercambio de opiniones, el dirigente
conoce y recoge el sentir y la propuesta
de los trabajadores para la toma de decisiones. Eso es parte de la
horizontalidad.
Quiero subrayar, que
tal como se lee, el objetivo de esas jornadas de trabajo de Juan Díaz de la
Torre en las escuelas es muy claro y no da cabida a confusiones, sin soslayar
claro, las voces que legítimamente puedan opinar lo contrario.
Pero si queremos que
este esfuerzo tenga el éxito deseado, entonces, además de que este propósito debe
de quedar muy claro para las secciones sindicales, habrán de tener mucho
cuidado de no alimentar a uno de los cánceres que tanto han dañado a nuestra
Organización Sindical, pero que aún podemos erradicar, “La Simulación”.
Lamentablemente la
simulación ha sido parte de nuestra cultura sindical. Es la cortina que hemos
usado para ocultar o maquillar la realidad, nos ha servido para engañar al
jefe, quedar bien con él y continuar en la carrera política, mientras que los
problemas crecen como la nieve.
Qué malo, muy malo,
porque es a partir de ese diagnóstico falso que se han tomado grandes
decisiones –grandes equivocaciones- que han lastimado a nuestro gremio.
No quiero decir con
esto que todo ha sido malo. Hay que reconocer los aciertos –ya lo he hecho en
otras de mis opiniones- pero también es cierto que sin la simulación, nuestra
historia se hubiese escrito diferente y seguramente nuestras condiciones serían
mejores.
Luego entonces… Sí la
caída de la maestra Elba Esther Gordillo Morales marca una nueva etapa del
SNTE, es importante que empecemos por iniciar la construcción de una nueva cultura
sindical en la que no tenga cabida la simulación.
Es por ello que sugiero
que a partir de estas jornadas de trabajo que son muy importantes y que
actualmente está encabezando Díaz de la
Torre por los estados, dejemos de lado esa viciosa práctica del maquillaje,
eliminemos las pantallas y vayamos tras los telones para que el dirigente
nacional conozca a profundidad lo que el magisterio piensa y opina sobre lo que
está ocurriendo con nuestra materia de trabajo y el SNTE.
Es decir, eliminemos la idea de que al jefe hay que
presentarle a ultranza el mejor de los panoramas, una excelente estabilidad
laboral donde no existen las inconformidades, ni las necesidades, ni las
incertidumbres y donde nadie opina ni alza la voz salvo que sea para felicitar,
agradecer o apoyar.
Ese es un mundo irreal que se ha estilado construir para
quedar bien con el jefe, pensando en que de esa forma se le ayuda, cuando por
el contrario resulta que se le vendan los ojos, se le oculta la realidad y a
partir de ese mundo maravilloso se toman decisiones erradas, y los efectos se
le revierten al gremio.
Pero si el objetivo nos queda claro a todos, entonces
cuidaremos de no cometer el error de caer en la simulación seleccionando
escuelas -incluso al personal de estas- donde predomina la cultura del silencio
y se confía en que el dirigente nacional solo sería escuchado, recibiría felicitaciones
y muestras de apoyo por su trabajo, y un agradecimiento por su visita.
Que todo esto último suceda no es malo, lo que sí es malo
es que solo suceda eso. Pero estoy seguro que el Presidente del SNTE ni viene a
eso, ni quiere eso. Él quiere tomar la radiografía de cada estado y no sería
bueno ocultársela.
Juan Díaz no busca el acercamiento con los trabajadores
para saludarlos o para que lo conozcan. Él viene explicando la postura del SNTE
sobre lo que viene en materia educativa, trae información de primera mano, pero
no se quiere ir con las manos vacías. Viene por la opinión de los trabajadores
sobre la Reforma Educativa, pero también sobre el aspecto sindical, el
político, el social, el laboral, el salarial, el prestacional, etc.
Por todo lo anterior, mi recomendación para los dirigentes
seccionales, que serán los encargados de construir la agenda que atenderá el
dirigente nacional, y conscientes de la imposibilidad de que se vaya a todas
las escuelas de cada estado, es en el sentido de que si necesariamente se debe
ser selectivo, que no sea para simular, sino para garantizar la opinión
magisterial real y representativa de cada estado, con la finalidad de que Díaz de la Torre logre
su propósito y tome la radiografía sobre
todos los aspectos que le atañen al gremio.
No veamos su recorrido de manera superficial, valorémoslo
en toda su amplitud y atendámoslo con la importancia que las circunstancias
actuales lo exigen.
Así mismo, no está de más decir que los trabajadores
deberán expresar libremente sus valiosas opiniones. La claridad entre
representantes y representados es de vital importancia, de lo contrario, el
propósito se habrá frustrado, tanto esfuerzo no habrá valido la pena, habremos
perdido una oportunidad más, Juan Díaz se habrá ido con un diagnóstico muy
equivocado, las decisiones que se deben de tomar a partir de ahí serán igual de
equivocadas y para nuestra desgracia, la historia del SNTE continuaría escribiéndose
de otra manera.
La simulación ha acompañado al SNTE durante muchos años. Su
ejemplificación sería muy larga, es por ello que bastaría decir que se ha
practicado de diversas maneras, en diferentes espacios y distintos ámbitos.
Si queremos que nuestra historia se escriba diferente, si
queremos un SNTE mejor, abandonemos la simulación y privilegiemos la franqueza
entre dirigentes y representados.
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